El descrédito de la clase... periodística
Se está hablando mucho estos días en Catalunya del descrédito de la clase política. Quzás haya parte de razón, pero lo que ha emergido más claramente de este tránsito del oasis catalán al tsunami catalán ha sido, a mi modo de ver, el descrédito de la clase periodística. En un primer análisis, ha sido y está siendo una ejemplificación de las fieras desbocadas excitadas por el olor a sangre. Pero visto con más calma, no es más que un grupo de niños malcriados que al llegar a la adolescencia se desmelenan y se rebelan contra los padres. La cuestión no es el porqué se rebelan, sino el hecho que ahora toca rebelarse, y imitan, eso sí, con rasgos propios, a sus hermanos mayores, la tan denostada "prensa de Madrid". No sois mejores que ellos. Al menos ellos tienen claro quiénes son sus padres...
Como siempre, hay algunos que se salvan. Os recomiendo, a título de ejemplo, este artículo de Rafael Jorba sobre la crisis.
El rey está desnudo
Sabida es la historia del rey que paseaba su desnudez ante el silencio cómplice de sus súbditos hasta que un niño que asistía atónito a aquella farsa colectiva empezó a gritar: "¡El rey está desnudo!". El pueblo, entonces, asintió: "¡Está desnudo! ¡Está desnudo!", nos cuenta Andersen. Ésta es la imagen que resume el terremoto político que sacude Catalunya desde que el president Maragall dijo una frase: "Ustedes tienen un problema y este problema se llama tres por ciento". El problema está en que era el propio rey (el president de la Generalitat) quien se desnudaba y desnudaba a sus predecesores. En un arrebato de transparencia, que se tornaría en imprudencia temeraria si no dispusiese de pruebas, las vergüenzas de la política, aquella fosa séptica oculta en los bajos fondos del oasis, surgían en el Parlament... El president Pujol, que había criticado recientemente en Esade el lenguaje políticamente correcto, ya no podrá decir lo mismo de su sucesor. La prueba está en que Mas no preguntó a Maragall a qué 3% se refería (PIB, inflación, votos), sino que le conminó a retractarse a riesgo de que la legislatura se fuera "a hacer puñetas". Emergía el presunto cobro de comisiones por concesiones de obra pública (sospecha que no sólo planea sobre CiU, sino sobre otros partidos y administraciones, en Catalunya y el conjunto de España). El resto de los líderes así lo interpretó: un "clamor en la opinión pública catalana" (Piqué dixit). No en balde Carod hizo campaña con el lema Mans netes.La inmediata retractación de Maragall para no comprometer la reforma del Estatut abonaba la idea de "cambalache" y/o de "chantaje", en palabras de Piqué y Saura
"No salgas, no salgas..."
El 3% no estaba explícito en el ajustado guión de Nadal. ¿Por qué el president lo esgrimió? "No salgas, no salgas...", repetían Saura, Bargalló; "no le hagas caso, no le hagas caso...", insistían desde la segunda fila (Iceta y Ferran). También aquí hay causas inmediatas y remotas. Mas tentó por cuatro veces al senyor Maragall y éste consideró que había roto la regla del respeto mutuo. Era el mismo Mas que había hablado de "delirium tremens" de Maragall (y luego se había excusado) en la precampaña autonómica abonando una calumnia política lanzada en sus tiempos de alcalde... El president constataba de nuevo que Mas le negaba legitimidad. Un supuesto que el simple anuncio de una querella de CiU (insólita por referirse a opiniones hechas en sede parlamentaria y estar dirigidas desde una fuerza catalana contra la primera autoridad del país) avala. Sorprende que se produzca cuando Mas agradeció en el plenario la rectificación. Y sorprende el llamamiento hecho el sábado por Saura "a la responsabilidad de todo el mundo, en especial del senyor Artur Mas y del senyor Pasqual Maragall". (¿Se imaginan a un ministro del Gobierno pidiendo lo mismo a los señores Rajoy y Zapatero?) Conclusión: Maragall, como el niño de la historia, dijo lo que era un "clamor latente" (Nadal). Pero su arrebato de transparencia exige que, paralelamente a la reforma del Estatut, se renueven las reglas del juego para preservar el oasis en los temas de país, pero no en detrimento de su transparencia. "Yo no quiero un Estatut del 3%", me confiesa un escritor. Reglas y cartas nuevas. El president, transparente y desnudo, ha mostrado sus atributos. ¿Y ahora qué? "Paños fríos" (Montilla). Veíamos el final del túnel y hemos entrado en otro. Maragall ha roto el guión de todos... ¿También el suyo?
por Oriol Lloret Albert
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