viernes, julio 08, 2005

Emergencias, incertidumbre y diseño




por Ramon

No hubo sorpresa en los atentados de ayer en Londres. Se sabía que un momento u otro iban a suceder pero no cuándo iban a ocurrir ni la modalidad en que se iban a manifestar.

Se trata de una situación típica: la mezcla paradójica de certidumbre e incertidumbre. Me da pié para hablar de una situación habitual en las empresas de la sociedad del conocimiento que se mueven en un entorno de gran complejidad, a gran velocidad y con enorme incertidumbre. Y también de emergencias, desastres... y diseño.

En efecto, las empresas de conocimiento en el mundo complejo en que vivimos no pueden trabajar con toda la información que necesitarían, por la sencilla razón de que es imposible recoger toda la que puede ser relevante. Pero si lo fuera, difícilmente habría tiempo parar procesarla. Por seguir con ejemplos de desastres y emergencias deberíamos recordar que en el tsunami de Diciembre, por ejemplo, los datos de los movimientos sismícos se estaban recogiendo con gran celeridad. Sin embargo, no se supo ni pudo tratarlos a tiempo. Planificar las acciones de prevención hubiera requerido probablemente demasiado tiempo y esfuerzo de coordinación y comunicación. Es el problema de quienes ante la complejidad, se apuntan a planificar. La planificación sólo admite entornos lentos y estables. Es inútil en entornos de cambio rápido. Pero como estrategia está asumida hasta el tuétano por multitud de directivos empresariales y responsables públicos. Así pasa lo que pasa.

Hay que admitirlo: no se puede prever el futuro con absoluta precisión. No se pueden conocer los movimientos del adversarios con exactitud. Tan sólo se puede conjeturar qué puede pasar y escoger una línea de acción con la información que exista en el momento que corresponda. Y variar sobre la marcha.

Tomar decisiones confiando sólo en la información histórica de cómo ha sido el pasado acostumbra a dar soluciones no demasiado buenas o directamente malas. Los que se obsesionan por los indicadores, acaban cayendo en esta trampa. Es la típica imagen de quien conduce un coche a gran velocidad tan sólo preocupado por mirar el retrovisor. (Interesante entrevista en Edge sobre la incertidumbe a Nassim Nicholas Taleb, matemático e inversor en bolsa) El caso del terrorismo es un ejemplo especialmente inadecuado para ser resuelto analíticamente, basándose en indicadores históricos, y planificando.

¿Es posible mejorar esta situación? Nassim Taleb apunta una pista. Aquí viene otra.

A lo más que se puede aspirar es a intuir cuál va a ser la configuración probable de nuestro entorno a fin de poder reconocerla cuando surja. La simulación permite crear escenarios probables y comprobar cursos de acción Pero sólo eso.

A partir del reconocimiento de una situación simulada se puede reconocer un patrón en la realidad y en ese instante aplicar las acciones o micropatrones de accions que se han diseñado y probado en la simulación con anterioridad. La simulación es, pues, una herramienta de diseño. Y lo más importante es diseñar las pautas individuales de cambio sobre la marcha de las acciones recomendadas.

En el caso de las emergencias y desastres, a veces tanto sólo podemos simular y diseñar la respuesta. La simulación permite también diseñar el repertorio de respuestas de cada una de las personas que deberá intervenir en esa solución (Aquí un viejo link a un proyecto de nuestro grupo). Que las integren o no requiere otros mecanismos de aprendizaje individual y organizacional, como el juego. Más sobre eso otro día.

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