lunes, julio 11, 2005

Friedmann salta de Irlanda a la yugular de Francia y Alemania

por Ramon

Thomas Friedmann, el que "aplanó" la Tierra y nos recordó la receta irlandesa, se pone a considerar qué hacer con el resto de Europa en este artículo del New York Times. No es lo que se dice una visión amable sobre la situación en Francia y Alemania.

El texto es duro y más de uno recurrirá al epíteto de "neoliberal" ante el laudatorio tono con que expone las recetas que fueron la base del éxito de Irlanda. La reforma laboral, por ejemplo, cuando se identifica únicamente con los despidos fáciles como forma de reanimar la economía, es tabú en nuestra sociedad. Es tan tabú que no queremos ni oír hablar de modelos mixtos como el danés o soluciones como la holandesa. Nos cerramos en banda a "proteger el empleo" ... como los franceses y alemanes. Teniendo en cuenta qué tipo de empresas y qué tipo de empresarios predomina en nuestro país, tampoco es para extrañarse tanta preocupación, pero al final... el resultado es quedarse atrás.

Los países que han "saltado" (Irlanda, Finlandia...) han tenido que pasar una fase muy dura, con medidas diferentes en cada caso, pero nada populares. Mi opinión es que cuanto más se tarda en iniciar cambios, más amarga resulta esta transición. Una vez superada, las estrategias a seguir son diferentes. Volviendo a Friedmann ¿Qué está haciendo Irlanda ahora que ya tiene una base empresarial instalada importante, la educación en buenos niveles y una inversión directa extranjera enorme?:

Según explica la ministra de educación de Irlanda, Mary Hanafin, el país ha iniciado una campaña para doblar el número de doctores en ciencia e ingeniería de aquí al año 2010 y ha instituído varios fondos para atraer compañías globales y personas con talento a fin de que se radiquen en Irlanda para hacer investigación. En particular, Irlanda está reclutando científicos chinos. "Es bueno para la propia calidad de tus sistema que los estudiantes se mezclen con buenos estudiantes del extranjero" dice Hanafin "la industrias van donde va el núcleo de la investigación de calidad".

El objetivo es conseguir que surjan más industrias innovadoras irlandesas, se refuerce la dimensión de las existentes, aumente su conexión global y no sólo trabajen para las demás.

Esta es una dimensión, la de que lo que se haga para innovar ha de tener en cuenta cómo se mueve el resto del mundo, que siempre he echado en falta a los planes de nuestros gobiernos (anteriores y actuales).

La discusión sería saber si hace falta pasar por las fases anteriores más centradas en trabajar sobre el sistema propio, aíslado, parar "reforzarlo" y luego entrar en políticas con más conocimiento del interés global a fin de atraer a la empresas y los investigadores.

¿Y si se pudiera empezar directamente por políticas de atracción?. En el caso de España, que ya ha mejorado su sistema universitario (no mucho, tampoco nos pasemos) estamos en una zona casi propicia a reforzar este aspecto de internacionalización de las políticas de innovación. En Tecnocultura apostábamos por hacerlo. Probablemente se puede saltar de forma directa a esta fase.

Es la diferencia entre ver el problema de la economía preguntándose "¿Qué deberíamos saber ¿Qué sabemos ?" en vez de preguntarse "¿Qué hemos de producir?¿Qué producimos bien y barato?". En otras palabras, enjuiciar la situación con ojos de economía del conocimiento o de economía industrial. Centrarase en estrategias desde el capital intelectual de un país más que desde sus sectores industriales actuales. Son dos formas de pensar decisivamente diferentes.

Sin embargo, lo que deben pensar los economistas "de libro" que planifican nuestro futuro desde ministerios y conselleries es que estando, como estamos, "tres pueblos" por detrás del momento en que Irlanda decidió dar el salto, hay que hacer las cosas bien y despacito -sobre todo despacito- y asegurar primero otras bases por ejemplo protegiendo sectores industriales condenados como se proponía en el "Pacte per la Internacionalització, la Competitivitat i la qualitat de l'Ocupació" con la automoción y el textil en Catalunya. Puede que sí, puede que no. Quizá habría forma de romper la barrera de los veinte años para cambios importantes (como en India o Finlandia).

Pero volvamos a Friedmann y a Irlanda, que hoy estoy muy dado a la digresión. En el artículo se recoge una frase final de la la primera ministra irlandesa, Mary Harney, "No se puede tener inclusión social sin éxito económico, de esta manera es como se crea la verdadera Europa social". Completamente de acuerdo, el problema es por dónde empezar primero y tener la decisión de hacerlo.

Lo dicho, que en Europa hay dos modelos (o dos modelos y medio) en liza: el Anglosajón/escandinavo y el franco-alemán. Y está claro cuál funciona... económicamente hablando cuando menos.


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