Guerra de fichajes en I+D
por Ramon
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Uno de los grandes activos que tiene los países con poco peso en la investigación es la diáspora: todos aquellos cerebros que en su momento se fueron a estudiar al extranjero y allí desarrollaron su carrera investigadora. Todos los políticos de países atrasados creen que importar “grandes hombres” en un momento u otro de su carrera investigadora, normalmente en la madurez, cuando ya tienen “nombre” es un forma idónea de “avanzar”. No cabe duda de que estos investigadores deben experimentan sentimientos encontrados pues deben enfrentarse a la vuelta con el compromiso de poner en marcha centros, crear escuela y asumir que su carrera actual se va a resentir durante un tiempo o definitivamente.
Con todo, es una forma de comenzar a realizar cambios. Hace unos años fue Mariano Barbacid quién asumió la dirección del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas Carlos III. Juan Carlos Izpisúa ha sido fichado por la Generalitat para dirigir el Centro de Investigación en Medicina Regenerativa de Barcelona y ahora e Valentí Fuster se va a Madrid a dirigir el Centro Investigaciones Cardiovasculares.
Dos anotaciones:
- Una: crear grandes centros dirigidos por grandes nombres no tiene efecto sino se cuida la tropa, la carrera de los investigadores que empiezan como becarios y han de tener por delante un horizonte de cierta garantía. Sino, la tentación de ir o volverse al extranjero es más que alta. Esto pasa por presupuestos que no se agoten cuando se acaba de poner el último cristal de un gran y hermoso centro sino que tengan una continuidad.
- Dos: grandes nombres sin un ecosistema de innovación detrás sólo lleva a grandes disgustos. Por eso la idea de la Biorregión (o en otro ámbito la Tecnorregión) tiene su sentido y por eso la idea de los consorcios es crucial para poder generar una línea adicional de ingresos vía la transferencia de conocimiento.
Por cierto, que buscando más información sobre la guerra de fichajes me he encontrado con el caso de Bernat Sòria (valenciano con muchos enlaces en Catalunya) que fue “captado” por Andalucia con gran agilidad. La entrevista original (requiere subscripción) está sepultada en los archivos de La Vanguardia pero contiene opiniones interesantes:
¿Se siente cómodo en Andalucía? –Muy cómodo. Los que venimos de fuera no podemos dejar de sorprendernos de los cambios ocurridos en esta tierra. Andalucía no ha tenido nunca la burguesía culta y activa de Catalunya, pero ahora empieza a disponer de una clase dirigente muy dinámica. Además, la burguesía catalana, tan útil hasta ahora, no aporta una ventaja adicional a la investigacioón puntera, así que empiezan a equilibrarse las fuerzas. Un amigo catalán me mostraba hace poco su desconcierto por el hecho de que Andalucía, tradicional suministradora de emigrantes y acaso competidora en demanda de infraestructuras (AVE), se permita ahora competir en la investigación de vanguardia y sea capaz de fichar científicos de fuera. Esto es un cambio histórico.
Lo cual enlaza con el hilo que vamos desenrollando respecto a las èlites (o no èlites) catalanas y sus problemas parar enfocar adecuadamente la Sociedad del Conocimiento.
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