domingo, junio 26, 2005

Que conduzca Tony Blair

por Ivan Bof

Lo de la "crisis" de la UE en las últimas semanas se parece a aquel momento de indecisión que todos hemos vivido en alguna ocasión a la salida de un restaurante. ¿Adónde vamos ahora? ¿Quién conduce? Normalmente las respuestas suelen ser muy vagas, no nos comprometemos por miedo a que la propuesta sea la menos acertada, y ya no digamos que en lo de conducir todo el mundo mira hacia el otro lado. Pues yo sí que he elegido a un conductor: Tony Blair. Para mí, el premier británico representa lo que hoy necesita la UE: un líder. Pero, ¿en qué se fundamenta su capacidad de liderazgo? En tres variables que se necesitan mutuamente.

En primer lugar, en su coraje para diagnosticar dónde estamos: en el discurso de presentación de la presidencia británica de la UE, Blair retrata a una UE en clara posición de retroceso respecto a la India y China, muy lejos de la cómoda posición que todavía adoptan algunos al considerar a estas dos potencias un simple paraíso del trabajo low-cost, basado en call-centers y shared services centers. Blair nos avisa, "ojo" porque el sistema global de innovación (universidades, nuevas empresas, focos de capital riesgo) está girando de EEUU a Asia, sin pasar por la UE. Y aquí nos seguimos haciendo los chulos hablando de outsourcing. En línea con este discurso, Blair va directo a lo que más duele: hay que subvencionar menos la producción agrícola "a lo grande" y destinar más presupuesto a sectores de crecimiento.

En segundo lugar, en su visión para determinar esos drivers del crecimiento futuro de la UE. Dicho de otra forma, si reducimos el peso de la CAP (Common Agriculturural Policy), ¿adónde destinamos los fondos?. Visto el diagnóstico, está claro que en los clusters de innovación y en la generación de nuevas empresas innovadoras.

En tercer lugar, tampoco hay que ser ciego para darse cuenta que todo proceso de asunción de liderazgo necesita un incentivo para el futuro líder. A veces, ese incentivo es sencillamente la satisfacción que produce el reconocimiento personal. En este caso, Blair tiene un incentivo añadido: el Reino Unido es uno de los países relativamente menos beneficiados por la CAP, en términos absolutos y relativos, comparado con Francia, España, Alemania e Italia. Por lo tanto, si en vez de subvencionar la actividad agrícola se subvenciona la actividad investigadora, el Reino Unido recibirá un trozo más grande del pastel presupuestario. Claro que de esta forma tambien habría que revisar el "cheque británico", ese golazo que Thatcher le metió a la UE en los ochenta, precisamente para compensar este efecto de "menor beneficio" del Reino Unido en el reparto de las subvenciones agrícolas.

Finalmente, ¿qué pasa si nos cargamos la CAP? Yo creo que tampoco hay que pasarse, aunque así es como Chirac está manipulando últimamente la información. La CAP es buena en la medida en qué sirve para reconvertir producciones agrícolas en baja intensidad tecnológica a tierras altamente productivas. Pero es malísima en la medida en qué anula cualquier incentivo de mejora productiva, ya que garantiza precios mínimos a los agricultores. En fin, una paradoja. Naturalmente, hay que reducir lo segundo, pero de forma paulatina. De hecho, Blair propone revisar el sistema de subvenciones a partir de 2010. Una reflexión: ¿se cuida de la misma forma que a los agricultores franceses a los trabajadores cuyas empresas se deslocalizan a los países del Este o a China?

Por lo tanto, como os decía al principio, me subo al carro y que conduzca Blair.